lunes, 30 de noviembre de 2015

Mini Transat

Hace ya unos días que terminó para un buen y gran amigo, Nacho Postigo, la Mini Transat, a bordo de su Mini 6.50 "Vamos Vamos".
La Mini Transat se trata de una regata para barcos de tan solo seis metros y medio de eslora, manejados por una sola persona.

Su recorrido es Francia-Islas Canarias-Isla de Guadalupe. Es decir, saliendo de la costa Oeste de Francia, bajar hasta las Islas Canarias en la primera Etapa, y la segunda es, simplemente, cruzar el Atlántico desde Lanzarote hasta el Caribe. Insisto: en solitario. Vuelvo a insistir: en un barco de 6,50 metros de largo. Sólo 6,50 metros.
Para que nos hagamos una idea todos, la zona "habitable" es de unos 2 metros cuadrados, más o menos como un Twingo. Ahí tienen que vivir entre dos y tres semanas. Y ello incluye ropa, velas, herramientas, agua y comida, Y encontrar un sitio para dormir, para cocinar, comer, descomer,... Sin olvidar que estando en regata hay que sacar el máximo rendimiento las 24 horas del día durante todos los días (en el caso de Nacho, 19 en total), o sea que más que dormir se hacen siestas. Y eso cuando el tiempo lo permite, el timón automático funciona, no hay mucho tráfico de mercantes u otros barcos, ni obstáculos como cetáceos, contenedores u otros objetos grandes y duros flotando, cosas todas ellas que te pueden dar un disgusto. Y no olvidemos que cada día hay unas 12 horas de oscuridad...
Estos barcos, pese a ser muy "cortos", son muy anchos (relativamente hablando), con lo que llevan dos timones (uno a cada lado) para que siempre haya una pala de timón sumergida cuando vaya escorando y poder seguir dirigiéndolo.
Mejor una imagen:
Nota: el timón es esa "raya" roja que se ve justo debajo de Nacho.

La relación de Nacho con esta regata viene de lejos, de mucho más lejos del momento en que me la mencionó y me contó su idea de hacerla, en el año 1994, cuando coincidimos haciendo el Servicio Militar en la Comisión Naval de Regatas, en Palma de Mallorca (donde terminó fijando su residencia).
Sus dos obsesiones eran esta regata y construir su propio barco, para el que ya manejaba bocetos. Y cuando hace unos seis años botó su barco, el MCM86, no tuve duda que el otro de sus sueños, caería más pronto que tarde, como así ha sido. Han sido meses (sino años) de preparación, más intensa según se acercaba el momento,... momento que se frustró el pasado 19 de septiembre cuando era remolcado (ya que estos barcos no llevan motor) fuera del puerto para tomar la salida junto al resto de participantes, y el encargado de hacerlo le llevó hacia una zona de rocas que dañaron el barco hasta tal punto que le impidieron tomar la salida. Pero quedarse sin barco no le iba a dejar sin regata, así que se apresuró a arreglarlo y llegó a tiempo para tomar parte en la segunda etapa, que partió de Lanzarote el 31 de octubre, y que ha terminado en Guadalupe tras 19 días 17 horas y 2 minutos de travesía, y tras muchos problemas técnicos, esos que prácticamente le ignoraron durante las pruebas calificatorias (que, por cierto, cuenta por victorias) y que se han cebado ahora, cuando de verdad importa: uno de los dos timones se rompió a las pocas horas de salir, lo que le obligó a entrar en Fuerteventura a repararlo, tras perder, entre otras cosas, la vela portante (spinakker medio) que iba a usar la mayor parte del tiempo. El tiempo perdido y la falta de una vela vital para sacarle rendimiento a su Mini no le arredraron y se lanzó en cuanto la reparación estuvo terminada, aunque había perdido ya más de un día. Desgraciadamente, el timón reparado no aguantó y volvió a romperse durante la primera semana, pero encontrándose ya en medio del Atlántico decidió seguir. Sin embargo, durante los siguientes días sufrió varias roturas de diferentes elementos, incluyendo el único timón que le quedaba, que consiguió arreglar recuperando partes del primero. No puedo imaginarme lo complicado que tiene que ser gobernar el barco en esas condiciones. Pero claro, yo no soy Nacho, y se me acabarían los calificativos para definir lo que ha hecho para que aquellos no familiarizados con el mundo de la vela. Grande, enorme, admirable, épico,...
Lo de navegar en solitario, para aquellos que no lo hayan probado, supone estar a cargo de todo lo que ocurre en el barco, al tanto de lo que ocurre a su alrededor, y ello las 24 horas al día, durmiendo en intervalos cortos, durante el tiempo que dure la travesía (en el caso de Nacho han sido 19 días, y bastante intensos, por lo que cuenta...)
Por ello, y mientras él disfruta de un muy merecido descanso en ese rincón paradisíaco del Caribe con Ana, su mujer y responsable del 49,9% del éxito del proyecto, le mando un fuerte abrazo, seguro que este sabor agridulce le animará a volver a intentarlo en la próxima edición, en dos años. Seguro que en nada se pondrá a buscar patrocinadores.
¿Algún voluntario?

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