viernes, 6 de abril de 2018

Puigdemont libre... pero menos

Vale, que sí, que la justicia alemana ha soltado al ex presidente de la Generalidad de Cataluña y se lo han tomado los secesionistas como una gran pequeña victoria parcial y los legalistas como una derrota de las tesis del juez instructor de todo este lío del prusés.

Pero Puigdemont está libre, sí. Pero en Alemania. Y mediante fianza de 75.000 Euros que, sin haberlo comprobado, me parece que yo hoy no los llevo sueltos en mi cartera. Luego miro.

Además, el juez alemán seguirá analizando qué hizo este hombre con nuestros dineros para que se le acuse desde España de malversación. Y eso también lo puede llevar a la cárcel mucho tiempo. Años, de hecho.

Sin embargo, la desolación que hoy nos afecta a los legalistas y que será (esperemos) pasajera es debida a la sensación de que estamos en medio pero ignorados. Por un lado tenemos a la Generalidad y a los miles de convencidos de que la secesión es no sólo fácil y posible sino beneficiosa para todo el mundo (España y españoles incluidos, mire usted). Y por el otro a un gobierno de España que ha actuado tarde, aparentemente mal y sin mucha visión de futuro. Y en medio, como digo, estamos los ciudadanos a los que nos preocupa más llegar a fin de mes, que la lista de espera sea más corta, que nuestros hijos aprendan idiomas y en idiomas que nosotros podamos elegir y, sobretodo, que les garanticen un futuro laboral lo más halagüeño posible, con el conocimiento de cuantos más idiomas mejor. Porque de eso va esto, señores: de la posibilidad de elegir, de la individualización, de que no todos somos "un sol poble" ni somos ni sentimos, pensamos, actuamos o hablamos igual, porque no queremos ser, ni sentirnos, ni pensar, ni actuar igual. Y es esa la libertad que ponen en riesgo unos tipos que empezaron esto para tapar un presunto desfalco en las cuentas públicas (el famoso 3%) y ha terminado con la convivencia entre catalanes. Y digo esto con la esperanza de que esa convivencia rota sea la peor de las consecuencias de este sinsentido, esperando que no suponga sólo el inicio de algo que sólo pensarlo nos apena y nos pone los pelos de punta y que parece que algunos están esperando, deseando o preparando mediante un eufemístico nombre de "Comités de Defensa de la República", cuando no hay ninguna república a defender y lo único que quieren es insistir en el "lío" mediante acciones que van de la gamberrada de pintarrajear fachadas a otras de terrorismo callejero y amenazas. ¿Es eso lo que quieren estudiar como el origen de su soñada república -si la consiguen- mientras disfrutan de helado de postre cada día y las pensiones más altas del planeta en un país del que hasta las empresas con más arraigo han ya huido?
Lo siento, pero conmigo que no cuenten.

martes, 9 de enero de 2018

De vuelta

De nuevo por aquí, gracias a que los deseos de muchos de mis compatriotas nacionalistas no se han cumplido. Y es que veo con sorpresa que mi última entrada es de hace más de un año. Las circunstancias que me hicieron dejarlo son varias, siendo una de ellas el hartazgo que me supuso todo lo del prusés, que a nivel personal y profesional (como a muchos) nos ha pasado factura. ¿Y qué tenemos ahora? Una república que no existe y que la mayoría ni pedimos ni queríamos, una sociedad fracturada casi quirúrgicamente por la mitad, unos cuantos miles de empresas que han cambiado de sede social y/o fiscal, con lo que eso supone para la recaudación de los impuestos que genere su actividad, etc. Lo que no tenemos es lo que prometían: la independencia, el reconocimiento internacional... Pero oigan, que ellos siguen a lo suyo, que esto no ha terminado pese a que NADIE más allá de los Pirineos salvo grupos extremistas. Pero bueno, no voy a abundar en análisis que hay mucha gente mucho mejor y más preparada que yo que nos ilumina (o no) hasta el infinito o ad nauseam, según corresponda.

Ah, y feliz 2018!